GRACIAS POR DARNOS A AYOTZINAPA, PRESIDENTE

El Destino de México a partir del 26 de septiembre lo determina sin lugar a dudas el movimiento Ayotzinapa, los hechos ocurridos y reprobables desde todo ángulo, visión y forma hacen que nuestro país obligadamente se convierta en Ayotzinapa, es imposible pensar en México sin que su nombre sea sustituido por el del lugar en donde se diera este horrendo crimen perpetrado por el estado. Sin que pensemos en los actos abusivos, burdos, desesperados en que el gobierno ha incurrido para soslayar este inadmisible acto.

Ayotzinapa ha opacado toda acción, todo programa emprendido desde el gobierno, ha anulado las reformas que fueron la carta de presentación del actual régimen, ha oscurecido el futuro de México, ha amordazado y maniatado a todo partido político, ha enterrado la imagen presidencial por el tiempo que le queda de gobierno, ha decapitado al PRI de un solo tajo no obstante que el crimen se da en un estado gobernado por el PRD. Ayotzinapa ha nacido para el mundo el 26 de septiembre y ha sembrado una llama de esperanza en cada mexicano que en su nombre se quiere cobrar todas las afrentas que le ha causado el gobierno mientras no tuvo valor para defenderse.

Ayotzinapa tiene acobardado al presidente, lo tiene cercado en el Campo Marte, Ayotzinapa lo persigue a cada lugar que va, está presente en cada discurso, en cada concierto, en cada estadio, en cada reunión diplomática. Ayotzinapa, el lugar geográfico de nuestro país que el gobierno no quiso reconocer como crimen del estado mexicano, que tiene al gabinete revuelto, cabizbajo, y por cada rabo entre las patas hay cientos de miles en las calles con la cabeza alta y la mirada firme, todos los días, sin cansancio. Ayotzinapa ha obligado tardíamente a que el presidente asuma el rol de insurgente y se disfrace de indignado para gritar desde el corazón del pueblo ¡Todos somos Ayotzinapa! Con un discurso tambaleante que nadie cree. Ninguna estrategia surte efecto, Ayotzinapa es un movimiento desbordado, que se nutre de cada cosa que haga el gobierno, grande o pequeña, incluso si se queda callado, todo es motivo para acrecentar el movimiento. Ayotzinapa es la marcha sin líderes, no negociable, no corrompible, es el Fuenteovejuna en protesta. Ayotzinapa no sabe de bolsa de valores, de mercados bursátiles, ni desconfianza de inversionistas ni vacacionistas, Ayotzinapa es el pueblo y por serlo a él nunca han llegado beneficios financieros, él solo sabe que su miserable salario mínimo está a mil años luz del de los magistrados, gobernantes y legisladores, Ayotzinapa es la explosión de una olla express, el olvido de los que gobiernan, la marginación de los que nos representan.

Ayotzinapa es todo junto el valor sacado de las cobardías individuales para atreverse a encarar al presidente y exigirle su renuncia. Ayotzinapa es el escaparate de cada ciudadano humillado, golpeado, es el movimiento ideal para cobrarle al sistema la factura del encarcelamiento injusto del esposo, la desaparición del padre, el trabajo mal pagado, la rabia de los pobres contra los inexplicables ricos. Ayotzinapa, movió a la familia, le dio el valor y el coraje a todo un pueblo, desempolvó de golpe las lecciones de civismo, cambio la petición por la exigencia, los desfiles de un festejo por una multitudinaria marcha de una revolución olvidada, Ayotzinapa reivindicó la dignidad del pueblo, puso bajo el microscopio el actuar de su gobierno y le obligó a meter reversa contra actos de venganza e intimidación, lo exhibió ante el mundo como el principal violador de derechos humanos. Ayotzinapa representa el grito desesperado de los que sufren, le quitó a los ojos del mundo, el lienzo de una democracia fingida, de la existencia de un estado de derecho, de un pueblo salvado por su presidente, lo mostró como un país que en el terreno del desarrollo solo puede existir si se trata de un discurso.

Ayotzinapa nos hizo creer de nuevo en México, su indignación nos vistió de un luto distinto al que representa solo traer prendas negras, Ayotzinapa nos dio a los mexicanos un orgullo mas que el de ser felicitados por sus paisajes, artesanías y platillos, nos dio el orgullo de ser un pueblo en lucha, de redescubrir la solidaridad, la fuerza de unirnos, de la capacidad de organizarnos. Ayotizinapa les dio a nuestros hijos una definición nueva de patria que no podíamos como padres darles, porque no había ya a nuestro alrededor con que ejemplificar lo que un diccionario tiene como sustantivo lo que es un sentimiento. Ayotzinapa nos enseñó el valor de nuestros jóvenes y que, después de todo, nuestros maestros han seguido haciendo las cosas bien para que hoy tengamos una generación de estudiantes insurgentes, resueltos a enfrentar a otra que choca con ellos, que los asesina, que los desaparece.

Ayotzinapa es el cambio de la historia, es pasar de una compuesta por una sociedad callada, sufrida, sumisa e indolente a otra que respinga, que grita, que fortalece su valor y convierte el miedo en coraje cuando termina de contar hasta el 43, Ayotzinapa somos todos – dicen, aunque no sea necesario hacerlo, Ayotzinapa se siente en la piel, se huele, se presiente. Ayotzinapa es también toda América, Europa, Asia, India y Oceanía, y es incluso para quienes no quieren serlo, porque precisamente por rechazarlo toman partido y Ayotzinapa al final somos todos. Por eso tiene razón el presidente cuando lo grita lastimero, pues para su mal, Ayotzinapa es simplemente el México que el estado nos dio.

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