Siempre me preguntaba cuales serían mis primeras palabras para hablar de la firma de NUESTRO CONTRATO COLECTIVO DE TRABAJO entre Conalep Nayarit y SITRAD. Nunca se puede estar tan seguro hasta que se viven los momentos, en lo que no fallé fue en que se trató de un momento mágico, imposible de describir cuando veía como se plasmaban las firmas que formalizaban por fin nuestra situación laboral con todas las prerrogativas que la Ley marca.
Como bien quedó anunciado un día anterior, viví cada instante de mi último día como PSP, porque significaba enterrar tantas situaciones de sufrimiento y zozobra, porté con un tono de nostalgia ese gafete azul – Blanco que dice PRESTADOR DE SERVICIOS PROFESIONALES con letras muy grandes como queriendo hacer entender a la fuerza cuál era nuestro papel y del que nunca debimos haber salido.
Ese gafete de PSP me acompañó pegado a mi pecho en innumerables momentos de desesperación, de impotencia, de valentía, de sublevación. Mi gafete presenció muchos eventos a los que pude asistir como un compañero mas en lucha, seguro de cual era nuestro objetivo y por que razón defendía con tanta fuerza nuestros derechos.
Ese gafete me escuchó gritar con todas mis fuerzas y los ojos colorados BASIFICACION en aquel día 1° de mayo. Mi gafete se convirtió en el símbolo de la injusticia, y a ratos cedió el lugar a otros de protesta que de igual manera buscaban obtener nuestros derechos.
Mi querido gafete estará siempre conservado en un lugar que recuerde la lucha de mas de un centenar de compañeros valientes que convencidos igual que yo cuales eran nuestros derechos.
Mi gafete pudo saludar más de una vez al lic. Huerta, la Sra. urías, Arturo, Ruvalcaba, Jorge, y todas las demás personas que nunca entendieron que solo buscábamos lo justo, al tenerlos frente a mi fue mi gafete como un reclamo enérgico de protesta al mostrarse firme frente a los que lo crearon como una forma de tapar el abuso, al esconder bajo una leyenda absurda todo lo que por ley se nos estaba negando.
Así pues mi gafete estuvo también presente en el inicio de una lucha larga, llena de cizaña, intrigas y descalificaciones, fue una lucha ejemplar, estuvimos siempre alertas en el aspecto legal, social, y lo más importante UNIDOS SIEMPRE.
Acepto que muchas veces tras mi rostro duro y seguro ante el adversario se escondía, al final de la batalla, ganas, unas inmensas ganas de llorar por mis compañeros, por mi, por esta lucha que a momentos parecía perdida.
Acepto haber perdido la cordura ante la mirada inocente de mi hija, que a veces preguntaba por que tanta ausencia y por que esa intranquilidad y por que su padre portaba leyendas en su pecho, tal vez poco hubiera entendido que en mucha parte esa pequeña era la razón.
No me arrepiento de ningún momento de esta lucha, al contrario, los volvería a vivir cada uno pero en cámara lenta esta vez, para disfrutar de nuevo el sabor del triunfo cocinado a fuego lento. Volvería a escribir cada una de las letras de este sitio, y portaría de nuevo mil leyendas en mi pecho.
A mis compañeros todos, mi reconocimiento y gratitud desde el fondo de mi corazón, fuimos un gran equipo que supimos rechazar con energía las voces envenenadas que anunciaban nuestra derrota, a ellos se debe esta victoria. Hoy al final de esta experiencia nos damos cuenta cuan importante fue la participación de cada uno de nosotros, de todos, incluida por supuesto por todos los demás compañeros que fomentaron nuestra unión. Pues cada ataque fue una confirmación de que teníamos la razón, y que unidos lograríamos nuestro objetivo.
Por supuesto que es obligado hablar de quienes trazaron el rumbo y definieron las trayectorias que habríamos de seguir, con un Comité Ejecutivo inexperto, como inexperta nuestra base, se dieron los pasos necesarios y contundentes que culminaron en nuestro triunfo. Me tocó ver muchas veces en los rostros de quienes estuvieron al timón, la tristeza por atravesar problemas personales en sus hogares, por no tener los recursos suficientes para pagar tal o cual cosa, ojos desvelados, esperanza y desesperación, organización y desorganización, aciertos y desaciertos. Pude presentir incluso labios que estuvieron a punto de abrirse y decir ‘Yo me voy’. Pero nunca lo escuché.
Llegamos al final presumiendo que no fue necesaria la violencia ni exponer a nuestros compañeros a situaciones difíciles. Tal vez tuvimos suerte, tal vez se dieron las condiciones, tal vez tuvimos la inteligencia suficiente de llevar esto por buen camino, tal vez todo!!
Reconozco y no me equivocaría si hablo por mis demás compañeros la gran apertura y disposición por la parte patronal, representada por el maestro MOISES CORRALES ZAVALZA, quien mostró la experiencia que ha adquirido a lo largo de los puestos en la administración pública que le ha tocado desempeñar. Si esto lo escribiera urías diría ‘Nada que ver’. La participación del maestro MOISES fue determinante y solo podemos responder a ese gesto con compromiso por elevar la calidad de nuestro colegio, que por cierto se me llena la boca en decir ‘nuestro’ por que a decir verdad, hoy Conalep ‘ES MAS NUESTRO’ y por tanto debemos cuidarlo. Es momento de demostrar por que nuestro lema es UNIDAD, TRABAJO Y EXCELENCIA y nos toca ahora hacerlo evidente.
Hoy es muy grato hablar de todo esto como algo pasado, es muy grato haber presenciado el día de ayer LA FIRMA DE NUESTRO COLECTIVO DE TRABAJO, en el hotel Marival de nuevo Vallarta a eso de las 3:30 P.M. Llegamos hasta ahí en autos particulares, o autobuses. Todo era tensión y alegría contenida, y al fin pasamos al salón donde esperaba al fondo una manta que decía ‘Bienvenido señor gobernador’ en medio de los logotipos de Gobierno del Estado y Conalep Nayarit. Fue estimulante escuchar el mensaje del gobernador, quien asistía al lugar en calidad de testigo de Honor, y de paso aprovechó para dar a cada quien su regañada, a nosotros nos pidió compromiso, entrega y que hiciéramos bien las cosas, a su gabinete el respeto por nuestra organización, NUESTRO SITRAD.
Cuando el acto se había consumado, salió entre las cámaras y reporteros y yo pude abrazar a todos mis compañeros sellando en ese abrazo la culminación de la lucha, pero no para siempre, la culminación de nuestra primer lucha. Esta vez las lágrimas fueron de felicidad, ahora mis ojos tuvieron libertad de que hicieran lo que quisieran hacer, y mi pecho ha cambiado su viejo gafete por una CREDENCIAL QUE DICE DOCENTE.